El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha generado un intenso debate y una ola de críticas tras sus recientes declaraciones sobre jóvenes identificados con nombres como Brayan, Kevin o Steven, en el contexto de la criminalidad y la falta de oportunidades en el país.
Las afirmaciones fueron hechas durante un consejo de seguridad celebrado en Cali, donde el mandatario se refirió a la situación de jóvenes que, según él, terminan involucrados en actividades delictivas debido a la ausencia de educación y alternativas de desarrollo social. Petro buscaba resaltar la necesidad de inversión social para prevenir que la juventud caiga en la delincuencia.
En sus comentarios, el presidente señaló:
Cada muchacho llamado Brayan, cada muchacho llamado Kevin, cada muchacho llamado Steven, si hubieran tenido oportunidades, si hubieran podido educarse, estudiar, quizás no estarían en las cárceles o quizás no estarían muertos.
Estas palabras rápidamente desataron una fuerte reacción en el ámbito político, social y en redes sociales. Críticos y ciudadanos expresaron su preocupación por lo que consideraron una estigmatización y generalización de nombres comunes asociados a ciertos sectores socioeconómicos, vinculándolos directamente con la criminalidad. Argumentaron que tales declaraciones podrían alimentar prejuicios y discriminación.
Diversos líderes de opinión y políticos de oposición manifestaron que las declaraciones del presidente, aunque posiblemente bienintencionadas al abordar el problema de la desigualdad, resultaron desafortunadas por su formulación. La polémica se centró en la percepción de que se estaba asociando nombres propios con comportamientos delictivos, en lugar de focalizar el discurso en las causas estructurales de la criminalidad.
Por su parte, defensores del gobierno y algunos analistas interpretaron las palabras de Petro como un intento de dramatizar la situación de abandono que sufren muchos jóvenes en el país, utilizando nombres representativos para ilustrar la falta de oportunidades que los empuja a caminos peligrosos. Sin embargo, la amplia repercusión negativa obligó a la Presidencia a intentar clarificar el sentido de las declaraciones, insistiendo en que el objetivo era señalar la urgencia de construir un futuro de oportunidades para la juventud colombiana.
El incidente ha reabierto el debate en Colombia sobre la retórica presidencial, la estigmatización social y las estrategias para abordar la criminalidad desde una perspectiva que integre tanto la seguridad como la inversión en desarrollo humano y equidad.
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